domingo, 12 de junio de 2011

El ingeniero... comunicador?

El renacimiento, para muchos la revolución científica, es un movimiento cultural perpetuado entre los siglos XV y XVI. Pasó a ser una época crucial en la historia de la humanidad, no solo en las artes, sino fecundó el campo del conocimiento, de las ciencias, y de las ideas, marcó un ‘antes y después’ en la concientización de las mentes europeas.

El término ‘Renacimiento’ proviene del vocablo italiano rinascita y fue acuñado por el arquitecto, escritor y teórico, conocido además por sus magníficas bibliografías de artistas italianos, Giorgio Vasari, el cual lo usó para denotar un marcado resurgimiento y reconciliación de las artes y el saber, mediante el reencuentro con las enseñanzas de las culturas romana y helénica.

En el campo de las ciencias, llamada filosofía natural a la sazón, impulsó los más diversos campos; la astronomía, anatomía, biología, por nombrar algunos. En la sociedad produjo un interés cada vez más creciente por la obtención de la cognición universal, lo que ayudó a romper con los ideales dogmáticos impuestos por el clero durante la edad media.

Pero, ¿cómo fue que se logró difundir el movimiento renacentista por la Europa occidental? Sin duda la comunicación fue pilar en la edificación de la corriente naciente. Algunos sitúan el origen del renacimiento con la caída de Constantinopla a manos del imperio turco, otros más concuerdan en que el detonante fue el descubrimiento del sistema heliocéntrico por Copérnico, para muchos otros lo marca el descubrimiento del nuevo mundo, pero sin duda un factor de suma importancia es el que toma lo que para entonces era la incipiente imprenta.

La innovación de Gutenberg aumentó de forma notable la producción y la edición de libros, anteriormente maquilados a mano, permitió extender con mayor velocidad las variadas obras literarias concebidas, las ciencias y filosofía coetáneas, permitiendo a su vez la unificación de estas dos. Además, fue pieza clave por el hecho de que la avidez por el conocimiento incitara a muchos estudiosos a transcribir las obras clásicas de las culturas del mediterráneo. Sin la contribución de la imprenta, quizá el renacimiento no hubiese pasado de ser una pequeña corriente sin cavilaciones dignas de recordarse, me aventuro a decir que sin ella, no hubiera renacimiento.

En la actualidad vivimos un tiempo en el que nos consume cierto ‘oscurantismo’, dejando atrás las mociones políticas de este hecho, la humanidad/sociedad está desligada al saber,  las masas son indiferentes a los avances científico-tecnológicos concebidos por y para nosotros mismos, no existe una ambición colectiva en el grueso de la población mundial que se interese por el campo en cuestión.

Particularmente atribuyo esta circunstancia a la falta de comunicación investigador-sociedad sociedad-investigador, la élite docta debe hacer llegar los prosperes científicos y tecnológicos de una forma explícita e inteligible para así seducir las mentes de la sociedad, así mismo la sociedad debe acercarse más a la ciencia para allanar la interlocución con la comunidad científica.
El ingeniero juega un papel importante dentro de esta comunicación, ya que es quién finalmente se encarga de la innovación, creación y materialización de los artefactos, dispositivos, máquinas, materiales, etc., tomando los descubrimientos y aportes científicos, implementándolos en bienes y servicios para el beneficio de la comunidad.

Nos enfrentamos a un espacio cronológico en el que nos es necesario un renacimiento de las ideas, un reencuentro con la ciencia, con los más diversos campos del conocimiento y con una necesidad imperiosa de impulsar con más ahínco la labor investigadora. Y para realizar esta vicisitud, al igual que en el renacimiento del milenio pasado, nos es primordial un promotor que ayude al esparcimiento de los conocimientos, ideas y descubrimientos de los que sería objeto un movimiento de tal envergadura.
Es por eso que el ingeniero debe preocuparse también por su formación como comunicador, por fomentar el conocimiento adquirido no solo con el círculo especialista en su ramo, sino para con la sociedad en general, incitar a la población al acercamiento entre estos dos, erradicar esa equívoca idea de que ‘el ingeniero habla, el auditorio duerme’, promover la participación colectiva de ingenieros, técnicos y consumidores para lograr que los avances tecnológicos se den con mayor fluidez.

Poniéndonos nuevamente en el argumento de la época renacentista, recordemos que los artistas se valían de los mecenas como principal fuente y sostén de su trabajo, en la génesis de su carrera hasta alcanzar el grado de maestro artesano, trataban de convencer a su benefactor para el impulso de sus más grandes ambiciones, para concebir aquellas ideas que acarrearían los avances que la época demandaba. También así hoy día, el ingeniero se vale del acceder de los ejecutivos de la/as firmas para las que trabaja, el desarrollo depende no solo de los avances científicos, sino en gran medida los responsables de tal progreso son aquellos que tienen en sus posibilidades el impulsar o no la actividad del ingeniero.

He aquí una vez más la importancia del ingeniero como comunicador. Él debe atraer la atención y motivar a los directivos, para la incursión de nuevos medios y métodos, ideas, etc., para la innovación y creación de tecnología.

La importancia del ingeniero como comunicador, se centra en el hecho de que su trabajo va ligado directamente a la población en general, es decir, sus logros y primicias son directamente concebidos para el beneficio de la sociedad, para el adelanto científico, para elevar la calidad de vida de la población y con la reciente necesidad de crear tecnologías sustentables, capaces de frenar la descomposición gradual del medio ambiente a la que nos enfrentamos.
Innegablemente existe la relación ciencia-tecnología y a la inversa, pero no debemos olvidar el papel fundamental que desempeña el ingeniero en este círculo progresista.

La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general, pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos.
-Albert Einstein

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